Viaje a Noruega: 7º día Tromso-Alta-Cabo Norte-Honningsvag

Llegaba la etapa reina de nuestro viaje por el norte de Noruega, ya que habríamos de recorrer los más de 500 kilómetros que separan Tromso de Honningsvag, en el que también visitaríamos Nordkapp, punto más al norte de Europa y también conocido como Cabo Norte.


La jornada empezaba levantándonos a las 6 de la mañana, para bajar a desayunar de buffet como venía siendo habitual y salir hacia Cabo Norte a las 7 y cuarto. Mis padres hay que decir que casi se quedan en tierra, ya que fueron los últimos de los 12 del grupo en llegar con 5 minutos de retraso. 

Salimos por la E8 hacia la carretera 91, un atajo en nuestro camino hacia alta, pero que nos hizo coger dos trasbordadores seguidos hasta llegar a coger de nuevo la E6 hacia Alta. Aunque nos llovió intensamente en cuanto cogimos la E6 llegamos a Gildetun, donde paramos a orinar, y pudimos ver entre el diluvio neveros y renos, que en cuánto te oían llegar salían corriendo. 

Después de la parada continuamos por el Alta Fjord hasta llegar al polígono industrial de la ciudad de Alta, dónde había también un centro comercial, dónde me compre un sandwich y una cerveza para comer por 44 y 30 Kr respectivamente, ya que me parecía un verdadero robo pagar 200Kr por una pizza, y la verdad que aparte del centro comercial no había nada de nada, por lo que las ofertas de sitios para comer eran muy reducidas la verdad. 

Hay que decir que no nos llovió mientras estuvimos en Alta, y que la cerveza que me compre una Mack Sommeral estaba realmente buena, y de postre pues llevábamos provisiones de galletas, que siempre le hacen a uno la vida más fácil. Así que el día no era el óptimo para llegar a ver el sol de medianoche en Cabo Norte, pero bueno como la esperanza es lo último que se pierde los 12 íbamos ilusionados con que el tiempo cambiase. 

A las 15h dejamos ya Alta, no sin antes haber visto desde el autobús el Palacio de Congresos y el trampolín de saltos existente en esta ciudad, para continuar por la E6 hacia la localidad donde habríamos de dormir esa noche, Honningsvag. Unos kilómetros más adelante ya nos adentrábamos en el fiordo del Porsanger a través de la E69, en la que vimos una curiosa expedición de tractores que se dirigía hacia Cabo Norte.


Justo antes de entrar en la isla de Mageroya, paramos a hacer unas fotos bajo las increíbles vistas del Porsangerfjorden, y en esos momentos la verdad que parecía que podía mejorar el tiempo y llegar a ver algo del sol de medianoche.


Después de la parada ya nos adentramos en la isla de Mageroya a través de ese invento llamado túnel submarino, eso sí previo pago, porque ya que la compañía Rica se ha dejado mucho dinero en arreglar Mageroya, y en general la carretera que lleva a Cabo Norte, te cobran por entrar en la isla.


Así que a las 6 de la tarde tras un viaje que no se me hizo demasiado largo a pesar del duro kilometraje de este, ya llegamos a Honningsvag, a nuestro hotel Rica Bryggen, traducido Rica Puerto. Como habíamos llegado pronto al final la visita al Ártico Ice Bar programada para el día siguiente por la mañana, se adelanto a las 7 de esa tarde, así que dejamos las maletas y nos fuimos a dar una vuelta por el pueblo.


Antes de entrar al bar de hielo tuve tiempo de comprar la última camiseta de la talla L que había en una tienda con la leyenda Nordkapp y las coordenadas, que espero que me sirva de recuerdo durante muchos años de este inolvidable viaje a Noruega. A la puerta de la tienda estaba este troll con el que me hice una foto.


Ya en la tienda del Ártico Ice Bar, propiedad de un matrimonio español por cierto compre un libro sobre Noruega además de un poster de Cabo Norte para ponerlo en la habitación, aprovechando el tax free. El bar está junto al mar en una cámara frigorífica para evitar que se derrita, y pasa por ser la mayor atracción turística de Honningsvag.


Aquí ya me pueden ver dentro del bar con el típico trineo, eso sí después de haber visto un documental en el que el dueño del bar explicaba cómo iban a cortar el hielo en bloques a los lagos cercanos, y se lo traían en camiones, y luego ya con ayuda de la sierra eléctrica iban tallando. 


Decir que aunque existan muchos bares hechos en hielo repartidos en todo el mundo, este es de los pocos que usa hielo natural, y al que no le hace falta utilizar hielo artificial, como si hacían en el bar de hielo del Ice Hotel en Jukkasjarvi, del que ya les hable. 


Aquí pueden ver a los 12 del grupo, más nuestro conductor Vicente y nuestra guía Marta a la derecha de la imagen, vestidos con una capa térmica para el frío y para no calentar el bar, y evitar así que el hielo se derrita. Así que después de estar dentro de un iglú, sentarnos en una mesa de hielo, o tomarnos un par de chupitos de licor sin alcohol, salimos con nuestro vaso de hielo para seguir con la tradición arraigada durante los años que lleva abierto el Ártico Ice Bar que no es otra que tirar el vaso al mar y pedir un deseo.


A las 8 de la tarde nos paso a buscar un autocar noruego para subirnos a la plataforma de Cabo Norte, ya que Vicente tenía que descansar, y ya aprovecho para subir con nosotros a intentar ver el sol de medianoche. A medio camino de los casi 40 kilómetros que separan Honningsvag de Cabo Norte, paramos en una tienda sami, donde me pude fotografiar con un sami y un reno, y después comprarme un llavero de cuerno de reno, que la verdad no he encontrado desde que volví de Noruega y espero no haber perdido.


Mientras subíamos a la plataforma se confirmaban los peores presagios y la niebla hacía acto de presencia como se puede ver en esta foto ya de la plataforma, a la que se acede por supuesto previo pago. Así que fuimos a hacer unas fotos en la bola más famosa y distintiva de la estación entre niebla.


Aprovechando el mal tiempo bajamos a ver una bonita proyección a las 9 sobre Cabo Norte y el midnight sun, que en esos momentos temíamos no poder llegar a ver. Así que subimos de la sala de proyecciones a cenar a las 9 y media de buffet, en el que además de comer salmón, langostinos o patas de cangrejos, probé por primera vez en mi vida las ostras, y la verdad que están buenas. 

Mientras cenábamos los 12 y esperábamos para coger la comida, ya que había un único mostrador del que servirse para cientos de personas, descubrimos que 8 de los camareros que trabajaban allí retirando platos y sirviendo bebidas eran españoles, desde canarios hasta asturianos. También tuvimos la suerte de que nos atendiera una belleza sueca, que se pasaba asiduamente por nuestra mesa por si queríamos algo y que se sintió muy alagada cuando al hablarnos en castellano, le dijimos que lo hacía muy bien. Así que si no llega a ser porque acababa de trabajar a la 1 y media, y nosotros bajábamos a Honningsvag a las 12 y media, no me hubiera importado tomarme algo con ella. 


Después de cenar, y en vista que no se veía casi nada por la niebla me fui a ver unos medallones un tanto feos que había, perdiéndome las vistas que se vieron en cuanto hubo un pequeño claro entre la niebla. Pero bueno que se le iba a hacer, así que como se había vuelto a cerrar bajamos a ver el museo sami y a comprar una postal de Cabo Norte para mandarla desde allí.


A las 11 y 45 cuando subimos de la post office tuvimos la suerte de que volvió a empezar a abrir, y se empezó a vislumbrar un rayo de esperanza entre los miles de personas que había allí, entre los que se encontraban unos chavales que estaban llevando a cabo esa tradición española como es el hacer botellón en este lugar tan especial.


 Aquí pueden ver el sol sobre el mar eso sí entre nubes, pero bueno algo es algo, y hay que reconocer que la sensación que uno tiene al ver el sol a las 12 de la noche sobre el mar es indescriptible y les recomiendo que la vivan si pueden.
 

En esta foto estaba el cielo más abierto, pero aún así me he prometido a mi mismo volver algún día a Noruega en autocaravana o a trabajar en la plataforma de Cabo Norte, y contemplar un perfecto sol de medianoche, ya que si entre nubes fue precioso, imagínense con un sol radiante en un día completamente despejado. Pero como todo lo bueno se acaba, a las 12 y media volvimos al bus para bajar a Honningsvag junto con otro grupo de Cóndor que habían venido desde América del Sur a ver Noruega, y que se alojaban en el Rica Estepa, un hotel entre Honningsvag y Cabo Norte, en plena estepa como su nombre indica. 


Antes de parar a dejarles en su hotel y continuar hacia el nuestro, pudimos disfrutar de las últimas vistas de Cabo Norte antes de que volviese a salir la niebla. Ya por fin a la 1 y cuarto no sin antes perdernos por el pueblo, ya que el conductor estaba empeñado en que nuestro hotel era otro distinto, llegamos a nuestro Rica Bryggen, y estuve leyendo mis últimas líneas de "El Médico" en Noruega antes de dormirme a las 2 a la espera de coger el avión hacia Madrid el día siguiente, bueno en las horas siguiente mejor dicho.
PD: Mañana mi último día de viaje y mi reflexión sobre este. Un saludo a todos.

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