Viaje a Noruega: 5º día Svolvaer-Nusfjord-Henningsvaer-Svolvaer

El día comenzaba levantándonos a las 7 y cuarto de la mañana para bajar a desayunar a las 8 menos cuarto e irse a hacer una visita panorámica por las Islas Lofoten y más concretamente por el sur de éstas, pero como ya casi todos se habían acostumbrado a que les despertase el despertador del hotel y este no sonó, pues todos incluidos mis padres se quedaron dormidos, excepto mi hermano y servidor que poníamos otro despertador por si las moscas. 


Así que en vez de partir a las 8 y media, lo hicimos un cuarto de hora más tarde, pero como ese día no teníamos que coger ferrys tampoco importé demasiado. Como nuestro chofer Vicente tenía que descansar nos asignaron para ese día un autobús de línea blanco conducido por un profesor de escuela ya retirado, ya que por lo que nos dijo hay mucha ausencia de conductores de autocar ya que los jóvenes desechan este tipo de trabajo.

Como detalle friki, pueden ustedes ver en la foto, es bastante avanzada la forma de solicitar parada en los buses noruegos, compuesta por una única cuerda hasta el final del bus que al tensarse tira del sensor y solicita la parada.


La primera parada del día iba a ser en el Museo Vikingo Lofotr, dónde se podía visitar una reconstrucción de una antigua casa vikinga así como un barco vikingo. Durante nuestra visita un guía italiano muy majo nos fue contando cómo vivían los vikingos, y aunque a muchos les pese nos desmintió ese de que llevaban cuernos.


Una vez visitada la casa bajamos hacia un lago cercano dónde estaba el barco, lo cual nos llevó media horita ya que eran 15 minutos para ir y otros tantos para volver. 


Cuándo subimos de ver el barco, entramos a ver el museo que tenían en el que a través de un aparato de audio con lector de códigos con innumerables idiomas te acercabas al vídeo que querías oír y lo oías en tu propio idioma. Después de una proyección sobre un rey noruego de la antigüedad y su historia amorosa ya era hora de salir en busca del precioso pueblo de Nusfjord.


Este pequeño pueblo pesquero que cobra entrada a sus visitantes se mantiene como hace muchos años, lo que le confiere este especial encanto, ya que por lo menos a mi me impresiona ver un pueblo tan virgen en el que la única fuente de ingresos de su reducido número de habitantes no sea otra que la pesca. También impresiona como traigan un bacalao recién pescado y se pongan a repartirlo y desalarlo ante la presencia de los visitantes.

Así que después de comer un bocadillo de jamón y queso en un precioso lugar con vistas al mar, y pasar un rato dando de comer a las gaviotas, a las 2 ya era hora de partir hacia nuestro próximo destino Henningsvaer, desde dónde habríamos de coger las lanchas motoras que nos iban a llevar a conocer más a fondo las islas Lofoten. 


Antes de llegar a Henningsvaer paramos en un playa cercana, que como se ve en la foto poco tiene que envidiar  las playas paradisiacas del Caribe sino llega a ser por la temperatura del agua, pero como ese día llegamos hasta los 30º pues había bastante gente bañándose, cosa bastante rara por allí.


Y ya en el puerto de este pueblo, pues nos pusimos los trajes impermeables y aislantes, además del salvavidas por si acaso te caías de la lancha, y partimos a dar una vuelta guiados por un gran patrón, y acompañados por Pablo, hijo de Andrés, un mallorquín que llegó a este pueblo hace ya muchos años.


Durante nuestra excursión en lancha pudimos ver un pequeño recoveco precioso llamado "The Paradise" dónde había gente escalando por las rocas. Desde luego que es impresionante ir en paralelo con otra lancha echando carreras a 66km/h sintiendo el viento de cara, y en algunos tramos hasta la lluvia de cara, ya que mi hermano junto con unos chicos de Zamora llamados Pablo y Luis, y servidor éramos los que íbamos en la parte de delante de la lancha y los que más agua recibíamos.


Ya a nuestra vuelta hacia Henningsvaer paramos a ver algún águila, pero estas debido a las corrientes de aire existentes no se atrevían a lanzarse a por el pescado que le lanzábamos al mar desde el barco. Pero bueno tuvimos el placer de disfrutar de preciosos paisajes durante nuestra ruta como el de la siguiente foto.


También pudimos ver alguna foca y una aleta de una ballena junto con algún tipo de pájaro que ni el propio capitán conocía. Así que el viaje se hizo muy agradable y desde luego que será una experiencia que no olvidare nunca.


Tras casi dos horas de paseo volvimos al bonito pueblo de Henningsvaer, y ya de camino en nuestro autobús de línea fletado hacia Svolvaer paramos a hacer alguna foto a las firmas reales, de las que tanto nos habían hablado el día anterior.


Como pueden ver están las firmas de los reyes de Noruega incluido la del actual monarca Harald acompañadas de la fecha de su coronación. También junto a las firmas reales está la que llaman catedral de las Lofoten acompañado de una piedra que recuerda la antigua iglesia existente que se quemó durante la II Guerra Mundial, y como pueden ver es una iglesia moderna de madera de lo más sencilla.


Ahora ya sí que de vuelta a Svolvaer, y aprovechando el tiempo existente antes de cenar nos fuimos a comprar comida para comer el día siguiente en el supermercado de siempre. En nuestro paseo fuimos a hacer una foto desde abajo a ese tan famoso salto que sale en todos los catálogos, y en el que una persona puede saltar de una piedra a otra y dominar todo el pueblo de Svolvaer.


A las 8 y media estábamos de vuelta en el hotel para cenar de buffet, con platos entre los que hay que destacar el pez (carne) con salsa de chocolate que estaba muy rico. Para acabar con la copiosa cena me tomé un helado de chocolate con chocolate líquido por encima que me supo buenísimo.


Para bajar la cena nos fuimos a dar un paseo, y estuvimos en el Huntigruten que como ya les conté hace como una especie de crucero entre Bergen y Cabo Norte, si bien hay que decir que el Hunti Vesteralen de ese día era bastante más pequeño y antiguo que el del día anterior que no pudimos visitar, ya que este sólo tenía 6 cubiertas pequeñas en vez de las 9 enormes cubiertas del Midnatsol, así que alguna vez quiero volver a Noruega y viajar en esta preciosidad de Huntigruten.

También hay que decir que se puede uno colar perfectamente de polizón en el Hunti, la que la seguridad no va más allá de la frase de José Mota "Gallinas que entran por gallinas que salen" como bien dijo Pompeyo, padre de los chavales de Zamora. 

Así que nada estuvimos con esta familia de Zamora en el Rica Hotel dónde vimos a algunos alemanes emocionarse con el partido de la selección femenina de su país, cosa impensable en España; y nos volvimos ya hacia el hotel pues ya eran las 11 de la noche y había que dormir.


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