Este iba a ser nuestro último día en Nueva York, así que había que aprovecharlo. Como queríamos subir al Empire State y temíamos las colas aunque fuese lunes, madrugamos un poco más de lo habitual para evitar las filas innecesarias.
Así que pasadas las 8 de la mañana ya estábamos cogiendo el metro que nos habría de acercar hasta tan emblemático edificio neoyorkino.