Como ya iba siendo habitual, después del completo desayuno en un pequeño bar cercano a nuestra casa, de un inglés muy amable, cogimos el tren en East Croydon pero con la peculiaridad de que vamos hasta London Bridge Station, en vez de a la ya habitual estación de London Victoria.
Desde allí pudimos contemplar, no sin antes esperar un ratito (pues llegamos pronto), la apertura del London Bridge para que pasase una goleta, y la verdad que yo les aconsejo verlo pues es muy bonito ver como se levanta tal magnífico puente. El puente se levantó a la hora indicada exactamente, como si siguiera un reloj de puntualidad suiza, y una vez se cerro el puente a los dos minutos después, fuimos hasta el British Museum.
El British Museum, uno de los más famosos del mundo por las grandes obras a las que da cobijo, estaba extrañamente lleno de turistas españoles y como ustedes saben siempre da ilusión ver a gente hablando tu idioma cuando uno está en el extranjero. Allí vimos entre otras cosas, la sala dedicada a Egipto, en la cual se puede disfrutar de la mayor colección de momias del mundo, y la tan famosa piedra Rosseta.