Como ya iba siendo habitual, después del completo desayuno en un pequeño bar cercano a nuestra casa, de un inglés muy amable, cogimos el tren en East Croydon pero con la peculiaridad de que vamos hasta London Bridge Station, en vez de a la ya habitual estación de London Victoria.
Desde allí pudimos contemplar, no sin antes esperar un ratito (pues llegamos pronto), la apertura del London Bridge para que pasase una goleta, y la verdad que yo les aconsejo verlo pues es muy bonito ver como se levanta tal magnífico puente. El puente se levantó a la hora indicada exactamente, como si siguiera un reloj de puntualidad suiza, y una vez se cerro el puente a los dos minutos después, fuimos hasta el British Museum.
El British Museum, uno de los más famosos del mundo por las grandes obras a las que da cobijo, estaba extrañamente lleno de turistas españoles y como ustedes saben siempre da ilusión ver a gente hablando tu idioma cuando uno está en el extranjero. Allí vimos entre otras cosas, la sala dedicada a Egipto, en la cual se puede disfrutar de la mayor colección de momias del mundo, y la tan famosa piedra Rosseta.
Acabada nuestra visita al museo, fuimos hasta para ver Wembley, pues no nos podíamos ir de Londres sin visitar semejante maravilla arquitectónica, el que es el campo habitual de la selección inglesa y en el que año tras año se disputa la final de la Carling Cup. La verdad que es increíble ver el estadio por dentro, estar dentro del vestuario donde se cambian cracks mundiales como Steven Gerrard o Wayne Rooney, visitar la sala de prensa desde donde Capello responde a las preguntas de los periodistas o estar en la tribuna de honor y hacerse una foto con la copa de Inglaterra, es una sensación que yo aconsejaría no dejar pasar.
Desde allí volvimos al centro de la city, y hicimos un intento de montar en el London Eye pero había mucha gente, y desistimos, pues no quería yo tirar toda una tarde esperando para subir a esta noria. Eso si, de la próxima visita a Londres, no me volveré sin haber cumplido mi capricho de subirme en el London Eye.
Ya que teníamos toda una tarde por delante, pues eran en torno a las 5, fuimos a visitar el campo del West Ham United, Upton Park, otro histórico campo londinense; y desde allí y en un intento de encontrar el observatorio de Greenwich, por aquello de que mi padre es un gran aficionado a la meteorología, fuimos hasta North Greenwich, si bien cual fue nuestra sorpresa cuando descubrimos que el observatorio estaba a unos 7 kilómetros de dicha parada, pero como ya estábamos allí salimos del metro a conocer esa parte de Londres, cuando de improviso nos encontramos con una inmensa carpa en nuestro camino que resulto ser el O2, estadio en el que recientemente se ha disputado la Copa Masters de Tenis, y que se encuentra debajo de dicha carpa rodeado por un centro comercial en el que pasar una de tantas tardes lluviosas en Londres. Nos dimos una larga vuelta alrededor del O2 y ahí fue cuando descubrimos lo grande que es este complejo.
En un intento de emular lo visto en Green Street Hooligans, una de mis películas favoritas, se nos ocurrió la maravillosa idea de ir a buscar el campo del Millwall, llegamos hasta la estación de Surrey Quays, la más próxima al estadio de "The Den", y allí pregunté a un joven inglés, que si bien primero nos preguntó que si estábamos seguros de querer ir al santuario del Millwall y una vez dicho que si, éste nos dijo que era harto complicado encontrar su ubicación, pero después de atender sus indicaciones y ayudados por el GPS logramos callejear, por un barrio residencial antiguo lleno de recovecos y escondites, como bien sabrán aquellos que han visto GSH, para llegar a "The Den" después de haber pasado por un túnel de lo más tétrico. Cabe decir que desde que atravesamos el túnel no nos encontramos con alma humana, si bien ya eran las 7 de la tarde.
De vuelta a casa y en nuestras últimas horas en Londres, no quisimos dejar de visitar Craven Cottage, el campo del Fulham que recientemente jugó la última final de la Europa League contra el Atlético y que afortunadamente ganaron los colchoneros. Hay que decir que este es un campo de lo más extraño con solo una calle de entrada, y con la fachada construida en ladrillo, situado en un rico barrio residencial de Londres, en el que es fácil encontrar los típicas casas adosadas inglesas de 1 piso y buhardilla.
Se nos hacía muy tarde y en nuestro camino de vuelta al metro aprovechamos para comprar unos sándwiches para cenar, los cuales nos comimos en la estación de Clapham Junction, mientras esperábamos al tren que nos llevara hasta East Croydon.
FELIZ AÑO!!!
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