Tocaba levantarse de nuevo a las 8 y media para aprovechar el día, y la primera parada iba a ser el campo del Boavista. Histórico equipo portuense que a finales de la 2007-2008 fue descendido por intimidar a los árbitros en la 2003-2004.
Y aunque ahora disputa sus partidos en la tercera categoría del fútbol portugués, la Segunda Divisao, el estadio do Bessa con sus más de 28.000 espectadores es mucho mejor que el del 80% de los equipos de la Liga Sagres.
Desde luego que si hay algo distintivo de este club es la camiseta a cuadros negros y blancos, y la pantera de la imagen de arriba que es el símbolo y emblema del club.
Desde allí y no sin antes perdernos, hicimos una parada no prevista en la desembocadura del Duero en la Rua Praia junto al mercado de pescadores de Douro Marina.
Allí además de pescado se pueden encontrar otras cosas si vas un sábado ya que es día de mercadillo y puedes comprar ropa, zapatos y prácticamente de todo. Las vistas de ese Ponte da Arrabida por el que pasa la IC1 también son bonitas como pueden ver en la foto.
Volviendo de este rincón de pescadores, casi vemos una pelea entre dos conductores al saltarse uno el semáforo que regula ese pequeño paso que ven en la imagen, pero que afortunadamente no llegó a mayores.
Ahora ya sí que íbamos a ir hacia Aveiro, ciudad de la que nos separaban unos 70 kilómetros. Nuestra primera parada y pillándonos de paso hacia el centro urbano iba a ser ese Estadio Municipal de Aveiro de la imagen, campo del SC Beira-Mar que actualmente juega en la Liga Sagres. Eso sí desde luego que es una pena que este campo para más de 30.000 espectadores que fue diseñado para la Euro 2004 se conserve así de mal con la pintura exterior oxidándose.
Una vez ya en el centro de Aveiro, que todo sea dicho estará a unos 10 kilómetros del campo de fútbol, dejamos el coche en un parking subterráneo antes de darnos un paseo por esta ciudad a la que llaman la Venecia portuguesa, ya que al igual que la ciudad italiana tienes canales.
Como cosa curiosa está bien, pero la ciudad más allá de sus 4 canales con esas bonitas góndolas, no dice demasiado excepto quizás por la Catedral.
Así que tras darnos un paseo y tener problemas para acceder a buscar el coche ya que era fiesta y la entrada por dónde salimos del parking estaba cerrada, llegamos por fin al coche no tras recorrer medio parking que curiosamente tiene forma de ensaimada para aprovechar mejor el espacio supongo.
Así que íbamos a conducir hasta la Costa Nova con sus famosos palheiros, casas de los pescadores distintivas por esos colores tan llamativos. Antiguamente se guardaban las redes de pescar en estos "pajares", pero con el paso del tiempo se convirtieron en viviendas de los pescadores.
Los antiguos palheiros
tenían un solo piso y se erguían sobre estacas sobre la arena seca, con el tableado exterior
estaba dispuesto horizontalmente pero, a finales del siglo pasado el tableado pasó a colocarse
verticalmente como signo de desahogo
económico de sus propietarios. Ya con la fijación de las arenas y el aumento de la población los palheiros a asentarse directamente sobre el suelo.
En la siguiente foto con Carlos en la Praia da Barra, junto a la que había un par de autocaravanas aparcadas, cosa extraña al tratarse del mes de Noviembre, pero la verdad es que hacía un tiempo estupendo para ser 17 de Noviembre.
Desde allí y tras comernos unas patatas fritas de bolsa, íbamos a coger de nuevo el coche para recorrer los casi 80 kilómetros que nos separaban de Coimbra, lugar donde íbamos a comer. Cómo no sabíamos si se podría aparcar bien en el centro de Coimbra, aparcamos el coche al otro lado del río y cruzamos andando ese Ponte de Santa Clara que nos tendría que llevar a la Zona Baixa donde íbamos a comer.
En la Rua Ferreira Borges podréis encontrar varios sitios para comer, nosotros elegimos uno a mano derecha cuyo nombre no recuerdo, pero en el que comí un buen bacalao mientras veíamos un partido de la Taça de Portugal en la tele. Tras comer y no tras encontrarnos a unos 15 boyscouts intentándote vender bolis, mecheros u otros objetos para financiar sus marchas supongo, fuimos subiendo hacia el Mosteiro de Santa Cruz de Coimbra en la Praça 8 de Maio para girar a la derecha y continuar subiendo hasta los jardines de la Praça República por la Avenida Sá de Bandeira.
Siguiendo nuestro paseo por la ciudad Alta, íbamos a llegar hasta el Acueducto de Sao Sebastiao antes de girar a la derecha y encaminar nuestros pasos al santo y seña de esta ciudad portuguesa, que no es otro lugar que la Universidad.
Tras pasar a ver la Catedral Nueva, entramos en esa famosa plaza de la Universidad, donde se encuentra esa Torre del reloj a la que se puede subir para admirar las vistas de Coimbra, pero a la que nosotros no subimos.
Tras ver las vistas que
se observan desde esa plaza, era momento de bajar de nuevo hasta la
Baixa, pero esta vez sin dar tanta vuelta pasando por la Igreja da Sé
Velha, aprovechando así para conocer otras calles de Coimbra.
Tras volver hasta el coche cruzando de nuevo por el Ponte de Santa Clara y antes de irnos, íbamos a para en el Estadio Ciudad de Coimbra, ya que como viene siendo ya tradición en mis viajes, los estadios son visita obligada.
Este moderno estadio, fue reconstruido partiendo desde el anterior Estadio Municipal de Coimbra para la Eurocopa de 2004. La verdad que este campo con un aforo de 30.000 personas y zona comercial alrededor, no tiene nada que envidiar a muchos otros campos de Europa.
En este estadio Ciudad de Coimbra fue donde la semana anterior había perdido el Atlético de Madrid en la fase
de grupos de la Europa League, pero que no le sirvió para mucho al Académica de Coimbra, ya que cayó eliminado al quedar tercero de grupo
tras el Viktoria de Plzen y el propio Atleti.
Ya era hora de dejar este Estadio Efapel y de volver a Oporto, pero antes les dejo una última foto de este moderno estadio que arquitectónicamente es muy bonito como pueden ver.
Tras 123 kilómetros, llegamos en torno a las 7 de la tarde al hotel, en el que descansamos un rato antes de salir a dar una vuelta y cenar. Impresionante la cola que pudimos ver para entrar en un comedor social, así como en otro punto de Oporto para recoger mantas para poder pasar la noche al aire libre sin congelarse junto a la Estación de San Bento. Muy dura la situación sin duda de cientos de ciudadanos.
Teníamos la intención de cenar en Vilanova de Gaia, es decir al otro lado del río, y para ello cruzamos por el puente Dom Luis I, que como pueden ver luce precioso de noche con esa estructura metálica similar a la de la torre Eiffel, ya que el belga que lo construyó, Théophile Seyrig fue discípulo del propio Eiffel.
Desde el otro lado del puente, ya en Vilanova de Gaia se puede ver iluminada la ciudad de Oporto con la Catedral. Tanto la otra orilla del río Duero como ésta de Vilanova de Gaia son zonas concurridas con gente paseando o cenando. Nosotros íbamos a bajar a esta parte del río a cenar en la Avenida Diogo Leite.
Allí en un pequeño restaurante que no he podido encontrar en Google Maps y cuyo nombre no recuerdo, comimos mi hermano y servidor un exquisito Arroz con marisco por 15€ acompañado de una botella de Vino Verde, uno de mis preferidos. Ya saben, era un restaurante con capacidad para unas 30 de personas situado a mano izquierda de la calle con una anchura de no más de 8 metros y con unos precios modestos para esa zona.
Tras cenar de lujo, cruzamos de nuevo a Oporto para darnos un paseo por la otra orilla del Duero y subir por la Rua Mouzinho da Silveira hacia la Estación de Sao Bento pasando junto al Palacio de la Bolsa. Ya desde la estación, mismo recorrido que el jueves hacia el hotel, al que llegamos pasadas las 10 y media. Tras conectarnos al wifi en el recibidor del hotel y ver que el Athletic había perdido en el Bernabéu 5-1, era hora de subirnos a la habitación a descansar un rato ya que al día siguiente tocaba visitar la Catedral por dentro, subir a la torre de los Clérigos y hacer el viaje de vuelta a Madrid.
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